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domingo, 6 de dezembro de 2009

Lo último en investigaciones, legislación y debate: Video juegos Lo que deben saber los padres

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Lo último en investigaciones, legislación y debate:
Video juegos Lo que deben saber los padres
by revista ya Emol Chile



Que causan adicción, que convierten a los niños en violentos, que los exponen a contenidos impropios para su edad. ¿Son los videojuegos los culpables? No, dicen los especialistas. Los responsables son los padres, quienes deben controlar cada programa que usan sus hijos, tal como lo hacen con la televisión o las películas.


Por Magdalena Andrade N.

Durante la consulta, la neuróloga infantil Valeria Rojas acostumbra a hacerles a sus pequeños pacientes la siguiente pregunta: ¿Qué videojuegos has estado jugando?

-El St. Andreas -contestó, hace unos días, uno de ellos. Un niñito de ocho años, fanático del PlayStation y que no juega menos de dos o tres horas diarias.

El St. Andreas, explica la especialista, no es un juego cualquiera. Primero, porque en varios países de Europa está prohibido. Segundo, porque en Chile se consigue fácilmente pirateado. Tercero, porque los protagonistas son traficantes de droga cuyo objetivo es matar policías y violar prostitutas.

¿Cómo un videojuego así puede llegar a las manos de un niño de ocho años? La doctora Rojas le preguntó a sus padres: ninguno de los dos sabía ni siquiera de qué se trataba.

"Cuando uno les pregunta a los papás si han visto qué está jugando su hijo, la mayoría contesta con temor: Sí... Es un poquito violento. Hay un poquito de sangre. Y digo con temor porque, a pesar de esto, los papás consideran los videojuegos seguros: jugando con ellos, los niños no están expuestos a la calle ni a que les ocurra un accidente".

Como presidenta del Comité de Medios de la Sociedad Chilena de Pediatría, la doctora Rojas está preocupada. Las cifras dicen que el 90% de los niños declara jugar videojuegos, un 47% tiene una consola y casi todos acceden a videojuegos pirateados sin control.

Sin embargo, el problema -dice la doctora Rojas- no está ni en los videojuegos ni en el pirateo. Está en el desconocimiento de los padres de qué videojuegos ocupan sus hijos. ¿Por qué? Porque están alejados del tema y no se informan, como sí lo hacen con las películas, los libros y la televisión.

Cómo abordar el tema con los hijos debería ser el desafío de los padres. En la Sociedad Chilena de Pediatría ya han dispuesto una página web con consejos sobre el tema: http://mediosysalud.cl.


¿Niños adictos a los videojuegos?

A nivel mundial aún no hay consenso sobre si el abuso prolongado de videojuegos podría causar adicción. Sin embargo, en Japón, donde el tema hoy se discute mucho más que en los países occidentales, ya existen clínicas de rehabilitación para tratar adictos.

Lo que tampoco se ha podido establecer, dice el siquiatra Elías Arab, del Hospital Clínico de la U. de Chile y la Clínica Las Condes, es si esta posible adicción sería una enfermedad en sí o el síntoma de otra. Lo que sí se sabe es que los videojuegos tendrían la materia prima para convertirse en adictivos: a nivel biológico, someten al cerebro a una constante estimulación, ya que al generar una sensación reconfortante gracias a la secreción de dopamina -generada por la emoción de ir superando etapas y ganando puntos- el cuerpo pide un refuerzo constante. Y a nivel social, son el caldo de cultivo de niños sin muchos amigos, con pocas habilidades sociales y que se sienten rechazados.

Aunque no hay ningún estudio que lo compruebe en un ciento por ciento, para el doctor Arab sí existirían niños y adolescentes vulnerables a caer en una adicción: aquellos con baja supervisión de sus padres -donde queda en manos de ellos qué, cómo y cuánto juegan- y aquellos provenientes de familias disfuncionales.

La psiquiatra infanto-juvenil Katerina Sommer, de la Clínica Alemana, dice haberse encontrado con varios casos en su trabajo en el hospital Calvo Mackenna: jóvenes que desertaban del colegio y robaban para comprar videojuegos. "Su problema no era empíricamente achacable a los videojuegos, sino a un problema mayor, pero sí lo expresaban a través de ellos", dice.

Si bien es cierto no generaría una dependencia física, como el alcohol o las drogas, los estudios describen que una posible adicción a los videojuegos generaría síntomas como ésos: baja en el rendimiento escolar y problemas con la familia, amigos. Pero es difícil aún asegurar esas consecuencias, dicen los especialistas.

El doctor en psicología español Ricardo Tejeiro, experto en videojuegos, profesor de la Universidad de Málaga y autor de dos libros sobre el tema -"La psicología de los videojuegos" (2008) y "Los videojuegos: qué son y cómo nos afectan" (2003)- prefiere hablar de abuso en vez de adicción: "No se ha comprobado que los videojuegos hagan eso con un niño. Pero lo que sí genera efectos es el abuso".

Cómo controlar el abuso es algo que está en manos de los padres. Primero, poniendo límites al uso de estos juegos. Segundo, jamás usándolos como gratificación para lograr un cambio de comportamiento: "Recompensar con videojuegos es muy parecido a recompensar con comida. Activan tanto el sistema cerebral de gratificación que termina generándose una relación inadecuada", advierte la doctora Sommer.

Escolares chilenos: Un 48% abusa de las consolas

Para saber cuál era la relación de los escolares chilenos con los videojuegos, en el año 2006 un grupo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en conjunto con el Hospital Luis Calvo Mackenna, realizaron un estudio -el único hasta ahora en el país- en el que encuestaron a 363 escolares de Santiago entre los 9 y los 16 años. A todos ellos se les aplicó una encuesta para medir su cercanía con estos programas, cuántas horas jugaban al día y qué pasaba con ellos cuando no podían jugar.

El resultado de la encuesta les mostró lo que ellos ya intuían: un 48% de los niños demostró tener una conducta abusiva en el uso de los videojuegos, y estar en una situación de riesgo de desarrollar problemas o en el colegio o en la relación con sus pares. Y lo que más les llamó la atención fue que todos ellos reconocían haberse escapado del colegio, de la casa, dejar de lado sus tareas o pelearse con sus papás o amigos por jugar. Además, observaron que existía una correlación positiva entre el abuso de los videojuegos y el menor rendimiento escolar, como también una correlación entre este abuso y el número de anotaciones negativas. "Este es un pequeño perfil de nuestros niños, pero no podemos establecer todavía una relación causa y efecto, sólo una relación, pero que es consecuente con los estudios internacionales", explica el doctor Elías Arab, miembro del equipo.

Otro punto para considerar es que el abuso es un problema más de niños que de niñas. El 65 por ciento de ellas no mostró mayores conductas de riesgo versus sólo el 30 por ciento de los hombres.

Para reafirmar los resultados, este mismo grupo de investigadores está realizando un segundo estudio, con 400 escolares de Santiago, en el que además se están midiendo variables de personalidad y cuadros clínicos -como depresión y ansiedad- para poder construir un perfil psicológico de los usuarios de videojuegos y ver si existe una relación de causalidad entre abuso de videojuegos y trastornos de salud mental: "Esto es importante, porque uno de cada tres niños presenta en Chile una patología de salud mental", dice el doctor Arab.

¿Es su hijo un niño de alto riesgo?

Publicada por la revista británica "Addiction", especializada en la discusión de distintas adicciones, la escala elaborada por el psicólogo español Ricardo Tejeiro para saber cuándo un niño o adolescente está abusando de los videojuegos es hasta ahora el instrumento más reconocido por psiquiatras y psicólogos para identificar posibles casos-problema entre sus pacientes. Ha sido utilizada en estudios chilenos y canadienses sobre el tema, y sus preguntas son muy similares a las que se ocupan para determinar posibles abusos de sustancias como alcohol y drogas.

"Esta escala es una medida cualitativa para determinar un posible abuso, pero en ningún caso para determinar una adicción a los videojuegos", advierte Ricardo Tejeiro en entrevista con Revista Ya. Sin embargo, afirma, debería ser el punto de partida de una conversación entre padres e hijos sobre el tema, ya que mientras más sea la cantidad de preguntas con las que el niño se sienta identificado, más posibilidades existe de que esté frente a una situación de abuso de los videojuegos.

1.- Cuando no estás jugando videojuegos, ¿piensas constantemente en ellos?

2.- En el último período, ¿ha ido aumentando la cantidad de tiempo que ocupas en los videojuegos?

3.- ¿Has tratado de controlar, cortar o parar de jugar o usualmente juegas más de lo que tenías planeado?

4.- Cuando pierdes en un juego o no obtienes el resultado deseado, ¿necesitas jugar nuevamente para alcanzar tu meta?

5.- Cuando no puedes jugar videojuegos, ¿te pones de mal humor o andas de mal genio?

6.- Cuando te sientes mal, ¿juegas videojuegos?

7.- ¿A veces escondes o mantienes en secreto que has jugado videojuegos a tus padres o amigos, o les cuentas que lo has hecho en menor cantidad?

8.- ¿Te has escapado de clases, de algún trabajo o has tenido discusiones o peleas con alguien para jugar videojuegos?

9.- Debido a los videojuegos, ¿has disminuido el tiempo que dedicas a tus tareas, has dejado de comer o has pasado menos tiempo con tu familia o amigos?

Videojuegos violentos=niños violentos

Las imágenes, explica la neuróloga infantil Valeria Rojas, influyen poderosamente en la mente de un niño. Los estudios del psiquiatra canadiense Albert Banduria abrieron la puerta al comprobar esta teoría: en los videos de sus experimentos, se puede ver cómo reacciona un grupo de niños a quienes se les ha mostrado la imagen de una mujer golpeando un "mono porfiado": cuando ellos están frente al mismo muñeco, reaccionan golpeándolo, repitiendo lo que habían visto antes en la pantalla.

Un videojuego, explica la doctora Rojas, exacerba esta conducta de imitación. "El videojuego tiene tres características que hacen que su contenido tenga mucho más impacto que el de la tv: en el videojuego, el niño es el actor, no espectador. Además, tiene un refuerzo positivo: a medida que voy matando, voy ganando puntos. Y, además, con los videojuegos se logra un nivel de concentración más allá de lo normal. Los niños se hipnotizan".

En esta área, los estudios científicos sí han arrojado consecuencias concretas. Un estudio publicado en 2008 por la Academia Americana de Pediatría, demostró que los niños que juegan videojuegos violentos aumentan su conducta violenta entre un 13 a un 20%

A nivel cerebral también hay evidencias: estudios hechos por la Universidad de Indiana a 44 adolescentes demostraron dos hechos: en quienes se exponían a contenidos violentos se activaba la amígdala, zona cerebral relacionada con el comportamiento violento de los seres humanos. La otra reacción involucraba el área del razonamiento: en los niños que jugaban moderadamente, el videojuego activaba sus zonas de razonamiento. En quienes se exponían a más de una hora, este efecto se anulaba.

Frente a estos resultados, el psicólogo Ricardo Tejeiro advierte un punto: si bien es cierto están comprobados los efectos negativos, todavía no se ha podido establecer si son a largo o corto plazo. Por lo tanto, afirma, es un error achacar a los videojuegos conductas violentas extremas, como el reciente caso del joven de 15 años, fanático de los videojuegos, que arremetió en una estación de metro disparando con una pistola de fogueo. O un joven en España que consiguió una katana similar a la de su videojuego favorito y con ella mató a sus padres.

Siempre en estos casos, dicen, hay una patología que los ha llevado a cometer esos actos. No son los videojuegos los que los han llevado a hacerlos. Pero sí los han inspirado. Por eso, la regla debería ser que ningún niño se expusiera a ellos hasta los 12 años.

En el mundo: Los más agresivos y prohibidos

Cómo controlar el acceso de los niños y adolescentes a los videojuegos es un tema que hoy está en plena discusión en los países desarrollados. A nivel mundial, existe una escala convenida de recomendación de videojuegos para cada edad, pero aún no existen leyes que prohíban la distribución general de juegos de contenido no apto para niños.

En ese sentido, explica el español Ricardo Tejeiro, la industria se rige en todo el mundo por la autorregulación. Sin embargo, en los últimos años ha habido acciones específicas para prohibir títulos que se consideran dañinos. Hay consenso en los juegos vetados: "Grand Theft Auto: San Andreas" -del que habla la doctora Valeria Rojas- ha sido prohibido en varios países, como también el "Manhunt 2", prohibido en Inglaterra, Italia y otros países por el sadismo al que incita en sus asesinatos, o el "Carmaggedon", competencia que se basa en atropellar personas. Pero son sólo excepciones.

Aquí en Chile, el debate que viene es en torno a cómo rotular la calificación de los videojuegos. En agosto de este año, la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que dispone que los videojuegos deberán tener una envoltura que cubra 50% de la carátula, indicando para qué público es apropiado: para todo público, para mayores de 13 años y sólo para adultos.

Aunque los especialistas dicen que es una buena medida para visibilizar aún más qué contenido tiene cada videojuego -actualmente la tienen, pero ocupa un espacio muy reducido dentro de la carátula-, creen que el tema en discusión no debería ser ése, sino otro: ¿Qué pasa con la gran cantidad de videojuegos que los niños se intercambian de forma pirata en el colegio, que compran en la calle o que bajan libremente de internet? "El 95% de los videojuegos en Chile son pirateados: es muy común que compren copias en su colegio a sus compañeros que los bajan de internet y los venden en mil pesos. Ese juego llega a la casa en un CD común y corriente, sin ninguna advertencia, y puede pasar inadvertido para los papás", advierte la doctora Valeria Rojas.

Por eso, afirman, los esfuerzos deberían centrarse en promover que los padres se involucren activamente en el mundo de los videojuegos, y conozcan el programa que ocupan sus hijos, además de ponerles límites. Como dice el psicólogo Ricardo Tejeiro, "que un videojuego violento entre en la casa no es culpa del sistema; siempre será responsabilidad del padre. Debería tener la misma visibilidad que si un hijo metiera un tigre a la sala de estar".

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